viernes, 26 de diciembre de 2014

El momento de la espera

Ahí estaba yo, contemplando lo despejado de ese momento tan especial. Todo era como en un cuento de hadas: el cielo despejado, claro, un sol brillante, y una brisa de ensueños.

Mientras pasaban los minutos, recapitulaba en mi mente los últimos meses vividos. Todo había sido realmente único, cada segundo que transcurría me dejaba más y más atónita... no podía creer que me estuviera pasando algo así a mí.

¿Quién lo diría? La típica historia Hollywoodense en donde la chica tímida y despistada choca con un chico diferente en la cafetería frente a la universidad, haciendo que su café se regara un poco sobre su pantalón... esa historia tocó a mi puerta y no pude huir, no quería huir. Él era algo realmente único en su clase, cada pieza de su ser encajaba con la mía, y el hecho de irlo conociendo maravillaba poco a poco mi vida, casi como él había mencionado, "ahora solo pregunto más cosas para ver qué más podemos tener en común, siento que te conozco de toda la vida"

Bueno, no me crean exagerada, esas fueron sus palabras, no mías. Para tener una semana de romance, todo se había dado de forma espectacular. Para que me entiendan, él era yo en hombre... ¿se imaginan? Esas cosas y muchas más que dijo después de ese día quedaron impregnadas en mí ser.

El primer día cuando nos conocimos y después de mi terrible error, no podía dejar de disculparme, y así fue como fuimos caminando juntos irónicamente al mismo lugar: la biblioteca de la ciudad. Ahí pudimos enterarnos sobre los detalles personales del otro, y que estábamos bajo el mismo rumbo profesional.

El segundo día, ya con el número celular del otro, me marcó... ¡para mi desafortunada suerte! Mi celular no funcionaba ya que no se escuchaba lo que yo intentaba decirle, le colgué y le envié un mensaje disculpándome y más por hacerlo perder su tiempo... a lo que me respondió: "No te preocupes, en ese caso, el que hablará seré yo"... Así fue cuando volvió a sonar mi celular, contesté en un grito "¿¡Diga!?" y él sostuvo la conversación durante hora y media... así es, señoras y señores, ¿quién en este mundo haría algo así por una chica tan insignificante como yo?

Al tercer día pudimos hablar bien por teléfono, se me estaba volviendo una linda costumbre esperar ese momento por la noche. Así siguieron los demás días, hasta que se cumplió la semana, cuando por medio de Skype pudimos platicar por videollamada... El muy tonto intentó dedicarme una canción, y aunque era una de mis canciones favoritas y la arruinó, se volvió un lindo recuerdo.

Quedamos de tener una cita... Sí, una cita. Nos veríamos de nuevo en la cafetería donde nos conocimos, pero por azares del destino él nunca llegó. Mi esperanza e ilusiones se vinieron abajo así como se elevaron de rápido. No quise quedarme a esperar, así que decidí irme de ese lugar después de tener paciencia durante 4 horas... con un café en mano que se fue enfriando poco a poco.

Dos semanas después, recibí un mensaje a mi celular con un "Disculpa". No supe si responder o no, opté por una negativa. Horas después tenía 3 llamadas perdidas... y eran de él.

Así pasó una semana más, hasta que se cumplió el mes. Un día cualquiera, con mi mejor amiga, decidimos comer en la cafetería después de clases, y al llegar, la chica que normalmente nos atendía llegó algo confundida hacia nosotras y me extendió una nota doblada.


— Disculpa, un chico me pidió el favor de entregarte esto si llegabas a venir en estos días. No escuché bien su nombre, creo que es Michael.

Tomé la nota entre mis dedos y la abrí, era pequeña, y contenía un breve mensaje:

"Savannah, disculpa por desaparecerme así. Me entró una vergüenza enorme no poder asistir a nuestra cita, y pensé que lo mejor era ser enterrado 10 metros bajo tierra. Una disculpa enorme. Te debo un café".


No supe qué hacer, así que le dije a mi amiga que mejor nos fuéramos de la cafetería, no fuera que él llegara. No tenía preparadas mis mejores palabras de dignidad.

Estábamos por salir, cuando abrió la puerta al mismo tiempo que yo tomaba la manigueta y quedamos de frente.

Él solo me miró sonrojado, y yo, sin tener el suficiente oxígeno en el cerebro, cité: "Si aún te interesa, pudiéramos vernos dentro de dos meses a partir de hoy"

No crean que mi orgullo estaba tan elevado, en realidad me iría a un viaje para prácticas sociales, y no estaría en la ciudad bastante tiempo, después iría a visitar a mi madre y regresaría en vacaciones de fin de semestre.

— Dime el lugar y hora. Yo estaré ahí.
— No podrás molestarme en todo ese tiempo.
— …Lo prometo.
— Nos vemos en la terraza de "Pizzas Mozzarella", a las 4:00 p.m en punto.
— Ahí estaré. No faltes tú.

Pasé junto a él jalando de la mochila a mi amiga, y no volteé en ningún momento.

Durante los dos meses que siguieron no podía dejar de pensar en él, y cuando me imaginaba el reencuentro, sentía no mariposas... sino, dinosaurios en el estómago.

Y... ahí estaba yo, contemplando lo despejado de ese momento tan esperado y especial. Dos meses después, como habíamos quedado, estaba yo minutos antes recargada en el balcón de la terraza de "Pizzas Mozzarella".

Todo era como en un cuento de hadas: el cielo despejado, claro, un sol brillante, y una brisa de ensueños.

Recapitulando los últimos meses vividos, me di cuenta de lo estúpido que estaba siendo ese momento. Él no llegaría... ¿qué clase de idiota era yo?

Tomé valor para irme, di la vuelta y en microsegundos ocurrieron dos cosas... Una, decidí quedarme y moverme de lugar, irme más hacia la esquina de la terraza para tranquilizar mis nervios, y dos, lo vi abajo llegando con cara de susto, tratando de relajar su expresión.

Enmudecí. Caminé hacia el otro extremo de la terraza y ahí me quedé paralizada, esperando el contacto de sus brazos alrededor de mi cintura... un beso en la mejilla, una rosa... ¡Cualquier insignificante detalle que pudiera volverme loca!

Minutos después, estaba él a mi lado. De reojo volteé y noté su brazo marcado recargado en el borde del balcón... con la vista al frente, observando como yo, la hermosa vista al mar.

— Hola
— Hola
— ¿Cómo estás?
— Bi-bien... ¿Tú?
— Bien

Por mi mente pasó fugazmente, que sería la conversación más simple de toda mi vida... la más simple, pero más significativa. Después de ese pensamiento, todos mis circuitos se alteraron y no pude pensar más con claridad. Oh no.

Estaba temblando, y por coincidencia, ambos después de unos segundos de seguir contemplando el mar,
volteamos a la vez... y me lancé a sus brazos.

Fue el abrazo más eterno de toda mi existencia, no sentí pasar el tiempo ahí con él. Tocaba y trataba de grabar con mi tacto cada parte de él, sus brazos, su cuello, su cabello, su espalda... su aroma.

De un momento a otro, su cara buscaba la mía con lucidez, y me dejé llevar por el sentimiento del momento. Nos besamos.

Mientras lo besaba, las lágrimas recorrían mis mejillas. No podía creerlo... por fin estábamos juntos.



Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López

domingo, 12 de octubre de 2014

"Eras tú"

Poder amarte es un juego eterno, 
tenerte en mi vida, obra del destino 
Dios supo qué luz regalarme, 
era mágica, pura, azul... eras tú 

Tu sonrisa ilumina mi cielo nocturno, 
y las estrellas titilan en su gran esplendor. 
Cada noche le platico a la luna 
lo maravilloso de habitar en tu amor 

Descubrirte a cada momento es... sorprendente 
Me pierdo en tu mirada, 
me pierdo en el vaivén de tus palabras. 
Eres tú esa llama que no muere, no se apaga 

Tuyo y mío, 
nuestro es este sueño resuelto, 
y el infinito habita en esto 
a lo que muchos llaman "amor" 

Eras tú, luz blanca, luz azul, 
el que guía, eras tú. 
Cada noche y para siempre 
fuiste, eres y serás tú, solo tú 

Así como me tienes, 
rétame, mírame de frente. 
Te regalo unos besos de recuerdo, 
te doy mi ser a cambio de tu luz..., 
siempre has sido tú



Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López

domingo, 21 de septiembre de 2014

Decirle adiós

“Decirle adiós”
Por: Vanessa Domínguez López
¿Cómo romper con ella? Siempre es lo mismo. Cuando entro en una etapa difícil, ella no me la hace amena o mínimo, más fácil. Últimamente me siento desganada, triste, con poca inspiración para crear ambiente.
Es cierto, ella siempre está ahí, no me abandona, es parte de mi vida. No la culpo, y de hecho, ella le da esa credibilidad a mis fantasías, a mis sueños y locuras, pues esa pizca de sencilla realidad es la que me hace asentar los pies sobre la tierra cuando vuelo a horizontes imposibles de alcanzar, en un avión que se pueda quedar sin combustible, a mitad de camino. Sí, vivo en cierta forma feliz e infeliz a la vez, por culpa suya.
            ¿Qué hago? Es una decisión difícil, más que nada porque no sé cómo hacerlo. Necesito volar, pues siento que dentro de esos límites que ella misma me pone, hay mucha energía y originalidad, no es justo que me frene solo porque ella me obligue a hacerlo. Sin embargo, a veces ella misma me da tanta comodidad que es extraño desapegarnos. Al inicio resiento tanto su ausencia, que caigo en la tentación de ir y buscarla de nuevo. Muchas veces nos hemos distanciado, y todo ha sido culpa suya pues me absorbe demasiado, toda mi atención y mis ganas, mi voluntad. A veces no sé si estamos juntas por gusto o por necesidad, pero de unos días a acá, siento la urgencia de ponerle un alto a aquello que nos une.
            Pienso en cómo demostrarle que ya no la necesito, que ya estuvo demasiado tiempo presente en mi vida, y que es hora de tomar diferentes caminos. Hablar con ella es, como si tomara un espejo y conversara conmigo misma, pues ella es tan íntima mía, que es difícil desligarla de mi ser. He ahí el por qué no he podido hacerlo, el por qué no he podido terminar nuestra relación.
            Como persona que escribe, es cierto que en demasiadas ocasiones voy a necesitar tiempo, pero tiempo a solas. Ella no entiende eso, cree que cuando digo “tiempo”, me refiero a un tiempo en que lo pasemos juntas. ¡No!, ese momento lo necesito para mí, para descifrar los códigos internos que me obligan a teclear. ¡Ella es la que me impide escribir, ella es la que me bloquea con sus diarios problemas cuando me enfrento ante una hoja en blanco! 

            Es por eso, y por tantas razones, motivos y circunstancias más, que el día de hoy, he decidido… decirle adiós a la rutina.   


Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López

domingo, 7 de septiembre de 2014

Junto a ti

“Junto a ti”
Es ahora cuando me doy cuenta de los errores, de mi gran y profunda falta de valentía. Cada paso que no me animé a dar junto a ti ahora lo añoro, te añoro.

Las ganas de tenerte junto a mí me sofocan, las letras de las canciones que escucho cobran vida a través de mis lágrimas, pues representan todo aquello que quise decirte y no pude. Tal vez el orgullo se atravesó, tal vez mi inseguridad o mis miedos, lo más probable es que mi tristeza nublara el más hermoso paisaje que haya podido observar jamás… Tú.

Definitivamente no estoy para escribir cartas de amor, pero sí palabras de amor. Y no solo escribirlas, sino decirlas, gritarlas, declamarlas o en nuestro mejor instante, susurrártelas en el oído…
“Eres tú lo que más amo, cada parte de ti que conforma un todo y me apasiona. No hay parte de ti que no conozca y que no admire. Cada día a tu lado descubro algo que me encanta. Y aunque te conozco y admito tus errores, no puedo evitar pensar que sin ellos no serías ni la mitad de lo adorable que eres cuando los cometes y tratas de arreglarlos. Solo a tu manera”

¿Qué más puedo decir? Te conozco, y tanto es así, sé muy bien me extrañas también. No puedo ni quiero, ni mucho menos te culparé por esta ausencia que es de dos. Yo aquí, tan dispuesta a continuar mi camino, y sin embargo, sintiendo que tu ausencia me cala hasta los huesos. Tú allá, tal vez olvidándome, tal vez recordándome.

La cuestión es que no estás, no estoy. Y aunque te extrañe y me extrañes, ¿qué más podemos hacer? No vas a regresar, y aunque quiera, no puedo ir hasta ti… Nos separan pocos kilómetros que se sienten como toda una galaxia entera repleta de estrellas sin brillo ni candor.

Me parece que muy pronto ésta herida sanará, pues el dolor está muy latente aún, pero pasará. Lo sé. Y aunque lo sé, muy por dentro me niego a creer que esto esté siendo así. Juntos, nunca se me cruzó el pensamiento de estar tan lejos e indispuestos. Juntos no podía ser así.

¡Maldita sea, hubiera detenido las circunstancias que te adentraron tanto en mí! Sabía que era peligroso, pero tus ojos, mis ojos… se cruzaron y tambalearon. Se sintieron seguros, amados.

Te amo. Te amo con tanta entrega que duele. Quiero tenerte porque sé que te amo, porque te conozco. Me conoces. Y no hay, no existe, no puede existir una magia mayor que la de nuestros labios entreabriéndose y cerrándose en un éxtasis de amor de ve.
Te conozco. Te amo. Te quiero. Te extraño… Y añoro cada momento junto a ti.







Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López

                       

martes, 26 de agosto de 2014

Carta a un extraño



No conozco tu voz, ni tampoco tu aroma, pero son espectros de la noche que me siguen, torturándome por descubrir quién eres tú. Te deseo como la noche desea la luz, y por su vaga y profunda naturaleza no puede tener por sí misma. Te deseo como se desea lo inexplicablemente imposible de obtener, y te deseo por lo que significa tu ausencia en mis momentos, no por lo que aparentas ser. Me exaspera lo que mi imaginación me brinda, la lluvia que azota mi ventana no se compara a lo empapada que estoy de tantas gotas llenas de esperanza, ilusión y amor.


¡NO! Amor no. Amor es una palabra que no se me permite decir, pues soy prisionera, tu prisionera. De una cárcel inventada por tus letras y supuestos sentimientos. Miedo, o tal vez ironía, de vez en cuando se me permite expresar.


¿Cuántas veces no quise sentirme libre estando atada a algo tan bello como lo que siento? ¿Cuántas veces no he querido descubrir lo que nadie se ha atrevido a desvelar?
Solo sé que eres mi espejismo, mi oasis en medio de un desierto vacío..., el cuál solo podría llenarse si tú te atreves a asomar.

Firma:
M.,M, tuya.




Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López

miércoles, 30 de julio de 2014

"Amarte entre líneas"



Me gusta amarte entre líneas, 
esas que marcan tu cuerpo, 
las cuales empiezan en los bordes de tu cuello, 
el cual beso para llegar a tu pecho
De ti me gusta cada espacio,
me hace delirar el tocarte,
deslizar mis dedos mientras escucho
cómo de mis caricias, respiras al compás

¡No me hagas hablar de tus hombros!
esos que sostienen tu equilibrio,
el cual se pierde en mi delirio...,
mi delirio y pasión por ti.
¡No me preguntes por tu espalda!,
mejor vela en un espejo,
ve cada aruño en el reflejo,
y recuerda tu excitación por mi

Aventurar tu cuerpo con mi cuerpo,
sentir tu pecho, tus besos,
mientras tus manos en mí se posan...,
¡es por lo que voy y vengo, me estremezco!

Cegarte con el vaivén de mis caderas,
provocarte éxtasis y frenesí,
es la tortura que me aprisiona
entre las líneas de tu sexo, tu cuerpo..., de ti

Con tu cuerpo obtienes mi esencia,
llegas a lo mío prohibido,
comenzando la aventura,
que nos anuncia que lo mejor está por venir...






Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López

miércoles, 9 de julio de 2014

"Te extraño"

<<Te extraño>>, dos simples palabras que representan todo. O puede que nada. Oh, cariño, te extraño, te extraño tanto.

Te extraño desde lo más simple hasta lo más complejo. Te extraño en cada letra de cada canción. Te extraño en cada suspiro que profesa mi alma. Se me ha hecho costumbre cargar con la pesadez de tu ausencia, y a la vez la costumbre de llorar por las tardes cuando no te veo llegar, no ayuda. No termino de entender a la vida ni sus giros repentinos, ni tampoco a los malos tratos ni desatinos. Te extraño…

Te extraño cuando veo el amanecer, cada vez que por la calle voy pasando y mi mente me permite percatarme de la presencia de un avión en lo alto, pues extraño los viajes que nunca nos permitimos, y extraño las caricias en el olvido. Te extraño, a ti, solo a ti. Cada cosa que nunca hicimos y sin embargo, se han hecho en el limbo de nuestra separación, creadas en nuestros pensamientos, basadas en la imaginación.

Te extraño, permíteme decírtelo en voz alta. Y si se puede también, en un susurro. Permíteme bailar contigo todos los tangos que no pudimos, y también el meneo de nuestras caderas contoneándose al ritmo del viento, soplando en las copas de los árboles anunciando la llegada del otoño, del invierno, del verano… de todas las estaciones del año, y no una, sino mil y un veces. Mil y un veces más.

Te extraño, pues en la voz de los demás está el eco de tu ausencia. Porque volteo a los lados con la ilusión de ti. Te extraño en cada libro que leo, cada poesía que se incrusta en mi corazón. En cada línea que existe, en cada palabra escrita y por escribirse, te extraño.

Por cada noche, por cada día, por cada hora y por cada segundo que soñamos juntos, quiero dedicarte un te extraño. Porque viví la intensidad de la esperanza, y la viví solo contigo. Me dijiste adiós… y cada momento vivido y por vivir me llenó de decepción, me llenó de tristeza, me hizo extrañarte… pero nada se compara a lo mucho que te extraño hoy.

Solo hoy, mañana quién sabe. Ya cometí la locura de amarte sin medida, sin pensar en que al otro día no estarías y por eso es que hoy estoy aquí extrañándote. Además, quién sabe cuánto tarde en expandirse el veneno de tu partida, quién sabe cuánto tiempo tarde en desvanecer y dejarme llevar por los demonios de ti. Cada uno viene a visitarme a cada momento, y son infinitos. A veces no sé si son tuyos o míos, lo único que sé es que se parecen a ti. Tienen tu rostro, tu piel, tu aroma… Y los veo y me pierdo. Te extraño.

Te extraño en la letanía del recuerdo. Te extraño en cada copa que tomé, tomo y tomaré. Eres mi bebida favorita, mi éxtasis. Saborearte fue mi pasión, hoy es mi castigo. Tuve tu sabor entre mis labios, y mientras entreabrías los tuyos para llenarme de ti, me fuiste matando poco a poco. ¿Cómo es posible tanta locura por una persona? Me llenaste los huecos sin fondo, tocaste las membranas de un alma soñadora, apasionada, intensa… Resolviste mis conflictos intelectuales, y me brindaste ironías e incoherencias. Me hiciste amarte, y te amo. Hoy con todo lo vivido, no estás y te extraño.

Te extraño, ¿qué más puedo decir? Si no entiendes mis palabras, hay un Dios que sí. Lo hace, lo siente, lo entiende. No necesito pedir nada más que el sustento de mi Dios, que me abraza fuertemente y no me deja caer. Me aprisiona en su corazón para evitarme salir a tan dolorosa situación, donde no estás. Ángel o demonio… no estás ni para cuidarme ni para destruirme. Cuídame o destrúyeme, pero regresa, ¡te extraño!

Mi mente en blanco y hojas que me rodean sin tocarse. Tinta gastada en lágrimas que no se extinguen, no se cansan de llorar tu despedida. Palabras atoradas en el nudo de mi garganta, palabras que quieren ser rescatadas en un grito de desesperación… No sé cómo llegar a ti, no sé cómo recuperar el tiempo que se perdió. Aún con todo lo dicho y no dicho, esta noche solo sé una cosa… Así es, amor mío. Hoy, más que ayer…,


Hoy, te extraño yo. 


Derechos reservados © 2014, Vanessa Domínguez López